El viernes 5 de marzo tuvimos una bonita celebración en la Iglesia. Llevamos a cabo el Viacrucis, y en él acompañamos a Jesús durante su camino hacia la cruz. De una manera sencilla vivimos el sufrimiento y la pasión de Jesús con sus caídas, lágrimas, consuelo y esperanza, porque todo su dolor lo hicimos nuestro. Pronto algo en nuestro interior se fue iluminando, al ver que el misterio iba aconteciendo, hasta que una sensación de paz nos llenó al final de la ceremonia. Todos nos fuimos de allí con un corazón renovado, listo para amar y celebrar que Jesús ha resucitado en nuestros corazones.

 (Raquel, joven de uno de los grupos de catequesis)